jueves, 29 de abril de 2010

cosas de coches

Vamos de paseo pi pi piiiiii / en un auto feo pi pi piiii / pero no me importa, pi pi piiii / porque llevo torta pi pi piiiiiiiiiiiii

Ahora mismo, España está intentando salir de la crisis en todos los aspectos. Y resulta que la industria del automóvil se las vio más que negras para seguir funcionando como antes, ergo como siempre: vendiendo un chingo y cobrando un chingo, vamos a ver. Como muchas cosas que se acostumbran en estos lares, cuando algo no sale bien, sease o no culpa del H. Gobierno, se las dan con todas sus fuerzas para que los implicados, los culpables, los responsables, vayan al Senado a dar explicaciones. ¡Y sí que van, que no les queda de otra, visto lo visto!

Los coches ahora son híbridos, por ejemplo, y como en las campañas de publicidad lo importante es que sepas el precio que viene a cambio de tantas maravillas, pues la cantidad de cosas que te ofrecen con él dura menos que un suspiro de envidia en la Pasarela Cibeles, aunque eso sí, es más larga que lista de compra de familia en Ecatepec. Y en ésta la cuna de Cervantes y el vino en tetra brick, dichos portentos resultan imposibles de traducir, supongo, porque la lista bien leída y entendida, sólo puede ser posible por alguien que medio le masque al idioma del otro insigne; así que te enteras de su aerodinámica línea, sus ventanas más que panorámicas (eso, usando medio techo, que va a ser para provocar tortícolis, pero ¿yo que sé de esto?); que se apagan cada vez que frenas para ahorrar gasolina -los quisiera ver en el periférico a las 8 de la mañana, jojo-; que te avisan que vas a darle golpe a la acera, a otro coche o a una simpática barra puesta ahí exclusivamente para que le des ¡si incluso Schumacher circula por el techo de un túnel, en uno color rojo pasión, igualito que Tommy Lee Jones y Will Smith!... ¿Precios? Uy, el más económico del 2010 cuesta -en pesos, mejor- 162,000 machacantes y es más o menos del tamaño de un zapato de Michael Jordan. ¡Que sí, grande pues, pero adecuado al tamaño del hombre, así qué chiste! ¿Quedó clarito?

Y encima de plástico vil... bueno, quizá no tan vil, pero nada que ver con los de antes ¿a que sí? De lámina, pesados y bien hechos, difícilmente podías tener esa sensación acojonante de que cualquier medio camión te sacaba de la carretera si te adelantaba a más velocidad. Aunque siento que estoy hablando desde esa extraña sensación de referirme a los coches tirados por caballos... en el siglo pasado. Y no.

Pagué mi primer coche de contado. Chaz. 65 mil pesotes ochenteros. Eso estuvo bien. Más que bien. Orgásmico. ¡Era mi primera propiedad! Claro que, tomando en cuenta que no tenía licencia, que ni siquiera sabía arrancar un coche, la cuestión de elegirlo recayó en alguien que sabía un poquito más que yo. Así que cerré los ojos, seguí a mi gurú y con mi excelso presupuesto vi para lo que me alcanzaba, con el resultado -bastante previsible,claro- de que obtuve lo que posiblemente el 200 por ciento del personal conseguía con ese dinero y en esos años -un vocho.

Mi gurú se enamoró de él a primera vista. Yo, ni tanto. Pero me explico: pensé que saldría con un coche pequeño (que grande me daba -y me da- miedo), pero me parece que había fantaseado demasiado con algo tipo Ferrari, o Jaguar o de menos nombre pero de igual abolengo. Ya saben, ilusionada y un poco babas. Pero cuando cerramos el trato, o lo cerraron mi gurú y servidora, que sólo estampó su firma y estiró la mano para recibir no un llavero, no unas llaves, sino una sola llave pues nada, a casita de vuelta, instalada por supuesto en el asiento del copiloto. Era gris, era pesado y estaba en bastante, bastante buen estado, si tomamos en cuenta que andaba... más bien corría hacia el olimpo de los coches antiguos.

Así que ya tenía coche, pero ni licencia como no fuera la de mi apá; y por ello, y bueno, porque seguía sin aprender a usarlo, mi gurú se puso a más que mi disposición para recogerme en la oficina (porque de llevarme nada, era demasiado temprano para mi guía espiritual automovilístico). Mucha emoción, mucho orgullo, es que no convoqué a la prensa porque no me dio tiempo, pero cuando llegó la hora de salida y el susodicho no aparecía, mejor. Así eran menos las explicaciones.

Porque no llegó. Si mal no recuerdo, la batería se bajó por completo y no arrancó.

Pues nada, mañana será otro día. Hasta más tiempo para soltar frasecillas, pequeños nortes para inducir a la enhorabuena a la nueva propietaria, sin dejar traslucir ni por un segundo que primero muerta que reconocer que no sabía ni por dónde se le ponía la gas; sólo era cuestión de esperar a que diera la hora de la salida y ponerse en la puerta, con aspecto de desenfado y naturalidad, mientras mi coche pasaba a recogerme.

Pero tampoco llegó. Esta vez se me escapa la razón, pero cualquiera puede llenar los blancos. Algo le pasó y no hubo tu tía.

Para el tercer intento, ya me estaba yo pensando si mejor salir por la puerta trasera, porque esto se estaba volviendo un poco pedro y el lobo; además ya me estaba cayendo gordo esperar como la loca y luego volverme a casa en tres combis tres, bastante rato después de lo usual. Vamos, que el chiquito de la casa se estaba poniendo rejego. Pero decidí armarme de paciencia y confianza y ahí estuve, esperando una vez más.

Y no llegó, por supuesto. Esta vez, para que no hubiera dudas, sí arranco, sí avanzó, pero llegando al primer semáforo, a pocas cuadras de mi casa, el motor decidió que eso no era vida y le dio un ataque de combustión espontanea. Vamos, que si no es por un trailero que le avisó a Sabo que llevaba llamas en el trasero, y gracias a unas cocacolas dispensadas por la tienda de la esquina, vaya usted a saber qué hubiera pasado en ese momento.

Porque sí supimos lo que pasaría poco después: nuestro nuevo inquilino sería lo más honrosamente posible desalojado y desheredado. Tan gris, tan bonito y tan clásico, sirvió para enaltecer más si cabe una gran verdad: si tú piensas que siempre siempre te encontrarás a alguien ligeramente más tarugo que tú, se te olvida que los demás también están pensando lo mismo. Y se hizo la cadena.

Hasta que bornnie me vendió su criatura, que pasó a ser mi tesoro y que paseó a Mateos, Sabina, Ramazzoti, Guerra y muchos más importantes para mí que para el público, y flipper me enseñó en exactamente tres días allá en el estacionamiento de una Bodega Aurrerá en Valle Dorado, entonces en verdad empezó mi vida como automovilista.

1 comentario:

  1. Gracias por recordar qe fue "Flipper" quien trato de enseñarte en ese estacionamiento de Aurrera, claro que lo recuerdo !!!!

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