viernes, 25 de junio de 2010

Aquí y allá. ¡Hora de culturizarse!

Pues sí, mis queridos, visto lo visto, resulta que cada quien habla el idioma de donde nació, o de donde vive, o todo revuelto. Acaba de sucederse por estos lares el “Día del Español”, que luego me fue aclarado no era para celebrar a los compatriotas de mi primogénita y mi charro cantor, no, no, no, sino al idioma. El H. (no sé cuántas veces, la verdad) Instituto Cervantes hizo una movida a nivel mundial del mundo, es decir, en unos 40 países donde tienen delegación, para motivar y lanzar y relanzar y explicar y pedir y todo-junto-que-a-la-vez encuestar al personal para conocer ésa palabra especial que tanto gusta.

Las votaciones, hasta que dejé de interesarme en el tema, además de que su sistema se colapsó y san se acabó lo que se daba, iban bastante igualadas: resulta que las palabras más gustosas del idioma del Quijote y Mr. Panza (si es que encima del oro y la plata, ¡también les dimos el chocolate! Y ahora resulta que aquí está mucho más sabroso que allá, con la pena...), decía, las palabras más votadas fueron:

Fanfarrias del Tío Gamboín. Gracias.

A ver: Arrebañar, Cachivache, Gamusino, Infinito, Limón (¿limón??), República, Sueño, Tiquismiquis, Titipuchal y Tragaldabas. Así que citando a Quagmire (de Padre de Familia, cómo que no saben quién es): ¡Toma-toma-toma!!! ¡Buenísimas! ¡Todas! Hasta Limón, que todavía no me cuadra mucho qué hace ahí...

Y es que fijándose, aplicándose un poquito, existen palabras y “palabros” tan bellos, tan sentidos y llenos de sentido... como todo lo contrario. Y cada cultura los tiene y los aprovecha, y cuando se dan cuenta hasta las reales -y las no tanto- academias terminan por recogerlos: véase el caso de Homer Simpson, cuyo incomparable “¡Doh!” ya existe en los diccionarios gringos (o eso leí, es que no tengo ninguno en mi manita ahora mismo). Total que sin buscar mucho, sólo escuchando a la hija de mis desvelos al teléfono o a mi insuperable comentar algo en la tele, ya me encuentro con que la mitad de los modismos, coletillas y expresiones son registrados por mi mente, para luego intentar hallarles una interpretación acorde con mi Mexican Spanish... y a veces me sale. Pero otras, muchas, de plano tengo que preguntar.

A continuación se enlistan (ah, ¿verdad? pues así dicen aquí) algunas de las más usadas, para que el personal de ultramar se dé un quemón (ésto sí está claro, ¿no?). Y me van a perdonar bastante que empiece con el allá, es que así da más emoción la lista:

Allá (Mexicalpan de las Tunas): Aquí (las Españas, pues):

Si está chido, está padre : ¡Cómo mola! (del verbo molar, sí)
Y si está padrísimo: mola mazo (y también está de pu... madre)
Aunque aquí también se vomita : acá se pota (nada que ver con la RAE)
Y el chupe: es la priva.
Nos chupamos unas chelas: acá son birras.
Mas si traes una buena peda: has cogido una cogorza
No se habla por el celular: sino por el móvil
Allá los mandan a la cárcel: aquí los mandan al talego o al trullo
Echarse un faje de campeonato: es darse el lote.
Hacerlo todito: es echarse un polvo
Y conjugarlo, vulgo, coger: eso es follar (y en muchos casos, chingar)
Si exageras o te pasas: pues eso, te pasaste siete pueblos
Das un aventón: aquí no hay frase alguna que lo exprese, como no sea el soso “llevar a alguien”.
Si es mucho, un chingo de algo: es un mogollón
Sí, amiga, nos aliviamos y salimos
con hijo del hospital: acá los tenemos en el paritorio
Si eres, das, tienes mala suerte: se usa gafe -eres un gafe
Pero si es buena suerte: dicen ¡qué potra!
¡Quisquilloso! es un tiquismiquis
Si eres medio babas: también eres un tontolaba
Más que medio babas: un gilipuertas
Muy mucho: gilipollas
Porque el aparato seshual de ellos: sip, es la polla (ay, mi secundaria!!)
Si te das un buen golpe: un castañazo, una ostia
Un buen madrazo: es un ostión
Un zape: es una colleja
Si alucinas en colores: aquí flipas, con sus conjugaciones correspondientes
Y no, no te cachan : te pillan
Los que son como tus carnales : por acá les llaman troncos (y troncas, claro)
Y cuando está lleno, diríamos
que hasta la madre : aquí está petado (petao, que dicen los jóvenes)

Aquí las cosas no se descomponen, jamás, porque no saben qué es eso: las cosas se rompen. Y nada que no sea una batería se puede recargar, de modo que todos aquellos que buscamos ese hombro, esa pared, ese respaldo, pues, nos apoyamos, en fin. Aunque en Extremadura la conocen (igual y hasta vino de allí), si dices en el resto de España que algo está percudido, te miran como si hablaras en turco. Y sonreirán si dices que te vas a nadar a la alberca, que aquí son los lugares donde normalmente degustan sus comidas los cerdos. Se va a la piscina.

Y ya por ahora, troncos y troncas. La clase se pondría interminable y por lo mismo aburridísima. Y pienso que es un buen momento para poner un alto, esperar un poco y dejar que lo digieran todito. Eso, y el hecho de que me muero de hambre y me voy a comer.

¡Feliz Día (atrasado) del Español!

miércoles, 23 de junio de 2010

Ser o no ser scout... he ahí el dilema.

“Y somos los exploradores, y al-que-no-le-gusta-que-le-pongan-flores, y vamos en nuestro tú-tú, y vamos en nuestro tú-tú...” (Soldado Juan Garrison)

Erase una vez una niña flaca, más bien huesuda ella, larga como una i mayúscula aunque en realidad parecía una ele (que ya calzaba del 'patorce' desde muy temprana edad) y que ya estaba medio harta de no tener nada que la hiciera parecer como ésas, también flacas, que salían cada mes en las portadas de la Cosmo ¿por qué ellas lucían tan perfectas, estéticamente llenas de luz y belleza? ¿Por qué una parecía tabla de lavar cuando se miraba el torso, los cabellos como experimento del Profesor Chiflado y las clavículas unas jaboneras XX-L? ¿Es que nadie en el mundo cercano se sabía la dirección de Francesco Scavullo?

Yo era bonita, muy bonita para Jesús. Pero no contaba lo suficiente, porque su imparcialidad se veía obnubilada por lo mucho que me quería... Y yo no sé si era producto de esa necedad, pero me daba la sensación de que todas a mi alrededor se empezaban a desenrollar más rápido y más bonito que yo ¡era tan injusto! Agréguese a la ecuación, además, el ser hermana sándwich de dos hermanos cuya única misión en la vida, al menos para mí, se dividía entre ignorarme o hacerme ver la vida de cuadritos.

Ah, pero no iba por ahí la cosa. Resulta que a mis hermanos 'los medio hicieron' boy scouts. Y digo así porque mientras mi hermanote parecía disfrutar del tema, a mi hermanito no le hacía ni la menor gracia. Incluso no sé si esta parte oscura de la historia tendría autorización para ver la luz, así que mientras lo viriguo, ahí lo dejo. Es que encima, resultó que los mayores se la vivían en mi casa chacoteando y hablando horas con mi amá, ¡la querían un montón! Y ahí, emergiendo cual diosa venus, servidora, la hermanita, que era tratada como 'mi reinita' en general. ¿Qué más daba que fuera producto de mi corta edad, de mi interés y convencimiento de que lo que sucedía era que yo estaba, cómo decirlo, a su altura? Era como ser la mascota oficial de un montón de dioses -que sí, que seguramente lo era, pero del tipo oso de peluche-, y mientras me compraran helados, escucharan mis babosadas y se rieran de mis ideas ¡que yo me sentía mayor... y bien bonita! Era el planeta perfecto. Sería normal que la siguiente invitada a participar en el proyecto scout fuese yo ¡con Las Haditas, sí! Pero es que la sola idea de convivir sólo con niñas me daba un poco más que horror y flojera...

Sinceramente, ni me acuerdo cuánto tiempo fui o dónde eran las reuniones; digno de estudio es cómo la memoria selecciona sólo ciertas cosas, pues recuerdo perfectamente el día que me compraron la parafernalia inherente, probándome ropa toda la mañana, que si la gorrita -o como se llame- que si los pins -o como fueran-, que si la faldita -¿faldita? No, creo que no-; total que ya armada me lanzaron al centro del coliseo, haciéndome sentir exactamente como una gladiadora, que no como una guerrera, imagínate a esos pobres que saludaban al César antes de servir como merienda a los leones ¡qué poco me gustó! Para todo eran canciones sosas, como de kinder para mis oídos que ya escuchaban desde Julio Iglesias hasta The Fifth Dimension; o mi agilidad física, equiparable a mis ganas, es decir que no eran muchas, porque piernas largas siempre he tenido, pero elasticidad, lo que se dice elasticidad, de eso nada, monada... ¡que yo quería estar con los chicos! Y no porque ellos no treparan, corrieran e hicieran toda clase de juegos que se veían infinitamente más divertidos ¡sino por los guías, cielos!

Total que un día consiguen (ellas, claro, ellas) el permiso correspondiente para una acampada de dos o tres noches -para mí iban a parecer siglos- en los campos que Pemex tenía al lado de la unidad. Habían varias casas grandes, de esas que a nuestra edad pensamos que eran de los muy muy ricos, de entrada porque tenían jardín, y de salida porque tenían... ahora les cuento. Sí que había emoción, confieso, porque íbamos a dormir fuera de casa, muchas por primera vez en nuestra vida ¡yo lejos de mis torturadores! Pero también lejos de nuestras madres -eso sí apachurraba el corazón un poquito-, y sobre todo, porque íbamos a probar algo que la mayoría ni sabíamos que existiera: la posibilidad de ser independientes, en fin... Y allá te voy.

¿Emoción? ¿Interés? ¿Aventura? ¡Qué va! Todo fue muy bien los primeros... veinte minutos. Luego vino la ¿decepción? ¿vergüenza? ¿miedo puro y duro? a dormir sobre el pasto en casas de campaña, a no tener dónde lavarse, a comer frío o bien cocinado en hoguera. No me malinterpreten, yo no soy quisquillosa, para nada: ¡es que no tenía ni la más remota idea de lo que me esperaba!!! Sobre todo viendo las casas ahí, a 20 metros, con cocina, con camas, ¡con baño!

Bueno, sí soy medio quisquillosa. Sí. Sale.

Pero es que si hubieran visto las colas de niñas desesperadas por mear en un váter -colas para que nos dejaran ir a la casa, claro-, y el ridículo numerito final de ver que había que hacerlo ¡en un hoyo en el suelo! ¡tal cual! No conociendo en absoluto el archi reconocido sistema de la aguilita, una terminaba mojada de arriba abajo, todo eso sostenida por dos chicas que miraban hacia otro lado y luego se partían de risa allá lejitos... ¡si creo que hasta me estreñí del puro oso! O seguramente no comí nada, vamos a ver. Que aguanté porque me daba más vergüenza que me devolvieran antes a mi-a-500-metros-de-distancia casa. A fin de cuentas, lo que volvía, aparte del orgullo herido, era una bolsa llena de ropa mojada y nadie tendría que enterarse ¿no?

Que después de eso me despedí para siempre de las Haditas, me olvidé completamente de las Guías (categoría superior ¡lo que habrán hecho las criaturas!) y me dediqué a mis labores habituales, a saber, como muñeco de peluche de los Akelas, Balús y demás entes que formaban una más amable parte de mi universo. Siempre pensé que en algún remoto futuro ya tendría alguna oportunidad, cuando mis facultades faltasen por completo a su cita diaria, de poder disfrutar de una noche en el campo, en una bolsa de dormir, sin pensar en hormigas, grillos y otros bichos de dudosa reputación para servidora; de hacer mis tres comidas -o lo comestible que hubiera- en desechables, de mear en agujeros hechos a mano en la tierra...

… Pero va a ser que no. Si los dioses éso hubieran querido, no existirían los hoteles.

Pero de verdad, sólo soy un poquito quisquillosa. Un poquito. Y ya.


(La autora agradece el uso sin permiso de la inmensa rola que el Soldado Juan Garrison interpretaba con bailecito alucinante incluido, hasta que el Comandante Agallón Mafafas, Zorro del Desierto de los Leones, le atizaba un excelso y ruidoso zape en pleno casco.)

miércoles, 16 de junio de 2010

ENTREGA 3 RADIO PATITO DESDE LOS MADRILES. LA NECIA

Dentro de la gustada y siempre solicitada, además de patrocinada a juerzas por Youtube, sección La Necia, servidora ha decidido mezclar las dedicadas y las que nomás apetecen. ¿Por qué? Bueno, es obvio ¿no? Aquí programa servidora, elige servidora, presenta servidora... siendo todo lo que a servidora le da la gana. A nadie le gusta que le digan lo que tiene que hacer ¿no? ¿o qué, no tienen hijas adolescentes? Ah, ¿no? Bueno, pues hagan de cuenta que sí. Aunque a estas alturas de la película, la verdad es que cada vez son más jóvenes las generaciones decididas a demostrarnos lo desastrosos que somos, aunque hagamos nuestro mejor esfuerzo...

Eso no obsta para que conste que aquí se le seguirán dedicando rolas a la consabida y bienamada escuincla, hija de la madre que la parió y que a punto está de sorprendernos -u horrorizarnos- a través de las notas, osease calificaciones, con motivo de la terminación del curso escolar. Mientras se descubre si la consanguínea será premiada o castigada (se aceptan apuestas), le dedicamos una bonita rola de ésas del jurásico, pero que ella bien conoce y bien que le gusta ¡si es que hasta compramos la peli y la vimos juntas! ¡Oh, tiempos aquellos en que todavía nos sentábamos una al lado de la otra! 'Ora le huyo, confieso, porque cuando pone sus 'listas de reproducción, gracias', más o menos la mitad agreden a mis castos oídos y de la otra mitad no me entero de casi nada. Supongo que igualito que cuando le poníamos las nuestras al mapacín en el toca toca de pilas... En fin, moviendo las patitas, sea:
http://www.youtube.com/watch?v=nwBbMXYDsXw


¿Saben cuándo inicié mi hit parade? Para que se den una idea, la leche todavía venía en frascos de cristal... cielos. Resulta que poco me tardé en darme cuenta de que no eran necesariamente las canciones que más me gustaban -favor de recordar que no salíamos de La Pantera, Radio Éxitos y Radio Capital-, así que empezar a anotar las veces que las oía y montarme mis listas se hizo casi ipso facto. Y que lo inauguré transmitiendo desde mi cama, debajo de las cobijas y en voz bajita, con la novedad de que el máximo ganador de ese año -sepa la bola cuál, la verdad- el ganador absoluto fue este chicuelo, que además vine a descubrir su color de piel ¡hace menos de dos capítulos de telenovela, por las patas de mi cama! Vamos, que esta me autodedico:
http://www.youtube.com/watch?v=KzK1WwAiV9A


Muy aparte del hecho que esta es una rola que ha marcado toda mi vida -perdonando la cursilería ¡más aún!-. Una vez que la hayan comprobado, el domingo fue su cumpleaños ¡los mismos que yo ya quiero tener! Mira por dónde, jamás creí que diría eso, pero una tiene sus manías, será. Estuvo conmigo allá en Centro Cretásico de Humanidades, el C.C.H. pues, y formó parte de mi excelso, maravilloso, divertido, mágico y más que anárquico grupo de amigas. Mis amigas. Ella lloró conmigo cuando hablé de mi 'liberación' -está en otro capítulo, sorry-, y me hacía reír, mucho. Además, era la única capaz de hacerme bailar en cualquier hora, día y lugar del año esta rola, himno donde los haya del momento que vivíamos. Lo que éramos -o lo que soñábamos ser. Para la flaca Tony, mi reinita de Belén encapsulada, happy birthday, my darling dear:
http://www.youtube.com/watch?v=KzK1WwAiV9A


Algunos años luz después de que mi hermana carnala se despidiera -al menos de manera obvia- de las rolas migajonas y en español que escuchaba día y noche, resultó que compartíamos montones de temas (no temitas, entonces todavía no, HC) y uno de ellos es éste, ideal para bailecito de cartón de chela, efectivamente meloso y migajón pero integrante total y definitivo de esos locos ochentas, donde unas éramos quesque ya muy mayores mientras otras intentábamos no serlo, había de todo. Ya andaban rondando nani los porros, perdón, 'Nanny, ¡los porros!” y lejos estábamos de saber lo que la vida nos andaba guardando. Para tí, hermanita, y un poquito para mí:
http://www.youtube.com/watch?v=w-l5FyA3pgo


Aunque sé que nunca va a leer esto -no tendría ni modo de enterarse, ni creo que le interesara en lo más mínimo- en fin, de todas las maneras yo le recuerdo, y con mucho cariñito, además: siempre fue amable, discreto y divertido, además de un pedazo de guitarrista que siempre tenía la sonrisa por delante; el caso es que además le tengo en el baúl de los recuerdos por la sencilla razón de que jamás le vi bailar con nadie, nunca, en ningún antro ¡pero esa noche en Satélite Rocks se soltó el pelo y bailó! ¡Conmigo! O sea, nunca se sabrá si fue el efecto de las múltiples chelas que traía entre pecho y panza, o si de plano ya había superado la etiqueta de 'buen músico, dos pies izquierdos'. El caso es que me acuerdo como si fuera ayer, cosa que además supongo que sólo yo recuerdo pero ¡muy bonito, sí señor! Para Neto, onde quiera que le haya llevado su vida. Yo, desde los madriles se la mando:
http://www.youtube.com/watch?v=nTDRd0Z0O4o


Cuando los discos de 45 tenían portadas de papel y luego funda de plástico ¡recuerdo montones en mi casa! Y también recuerdo otros que sólo podía ver y a veces tentar en las tiendas, porque por más que le rogaba a mi amá que me los comprara ¡naranjas! Pues resulta que mi amiga de la secundaria, la inefable, única e incombustible tocaya, por orden de aparición, Granados para el personal, Lucero para los que la queríamos y la Guajo para los que también la querían pero les gustaba más éste... cojo aire, gracias: pues ella tenía en su casa, en la H. Progreso Nacional, la madre de todas las colonias peligrosas que conocería hasta la Casas Alemán (“allá matan”), ahí tenía este sencillo y lo poníamos una y otra vez, revelándose desde entonces algo de lo muy ecléctico que mi gusto andaba siendo, charros: ¡Cómo le rogué que me lo prestara! ¡Cuánto! Y siempre me mandó a volar -era más el terror a que su madre se diera cuenta que mis lágrimas de cocodrilo porque nomás no salía con él hacia mi casa-. Antes, como todo lo que tuviera que ver con crecer en serio, no lo entendía, me ofendía y me largaba con viento fresco. A la mañana siguiente, ya no aguantaba las ganas de verla y hablar hasta los codos de todo. Hace ya demasiado que no sé de ella, se fue a la costa a vivir de la artesanía y le perdí la pista... pero jamás la huella. Esa aquí está. La checan, si alucinan la cortan y cierran y luego se olvidan, momentáneamente, que hay que recordar que al mismo tiempo en casa se oía clásica, rock y de todo, prácticamente...
http://www.youtube.com/watch?v=iWVe3AB8OY8&feature=related


¿Se quieren imaginar a un grupo de mozas corriendo como locas hacia las teles en la oficina cada vez que empezaban los compases de esta rola? Hipnotizadas como fans de Menudo en la Plaza de Toros (¡No! ¡Que yo no! Me lo contaron ¡lo juro!) esperando el momento justo en que a John Taylor le diera por hacer ese giro de cabeza mirando directamente a la cámara. ¡Santísimo señor de los desarrapados y amigos que le acompañaron de copas! ¿Se podía ser más cursi? Bueno, sí... pero eso es capítulo aparte. Yo lo único que sé es que estábamos en el momento y lugar justos, y que las alegrías que nos daba MTV y su top 10 nos daban para ensoñar más que un buen rato. Comienza la cuenta atrás para recordar a la Baronesa de Portanova, Analú, Elsa Saavedra, el único ¡Jerry!, el maravilloso Samy; Bornnie my dear, my dearest!! Charko, tú también, los Trainor, Carito... allá vamos, pues. ¡Denme más nombres!
http://www.youtube.com/watch?v=oDnNF5cHCdo

Aquí y ahora me declaro coleccionista empedernida de la mágica “Notitas Musicales” ¡todas, durante años! Ahí me enteré de que ellos eran suecos; de los desmadres de Liza Minelli (¿¿??); de famosos y no tanto, en algunos casos memorables, de la letra ¿completa? y ¿bien escrita? de las canciones del momento en inglés -es que la gran mayoría estaban siempre de pena-. Acompañante obligatoria en la prepa. Muchos recuerdos. En fin, que lo que sigue es la rola tremendona por excelencia... por favor, por favor, traten de imaginarse a mi hermanito prendidísimo mientras la canta ¡y la baila! Yo se la dedico, a él y a todos los que ya se sintieron heavies desde entonces, qué chihuahuas:
http://www.youtube.com/watch?v=U2DBcbZc3ck

… que la salud ya nos está pasando factura a varios. Normal. Si los Tres Mosqueteros seguro que 20 años después ya no podían agarrar la espada más que con grúa, qué se puede esperar de especímenes como muchos de nosotros, dentro y alrededor del choubisnes, pardon my francais; a cambio, la vida tan buena, nos dejó imágenes con su mallas pegaditas, pegaditas, cantando alucinante ¡y encima era un buen personaje! Cayó rendido a los pies de mi amiguita, de aquella que aspiraba a la blanca mano de... uy, casi. Y ahora es un buen momento para dedicársela a ambos dos a la vez que simultáneamente. A ella que la quiero mucho, mucho; a él, porque le admiro mucho, y espero y confío que salga adelante:
http://www.youtube.com/watch?v=kItOnO3RPqk

Y ya. No hubo pausa para publicidad porque me encarreré como una loca, pero ya me tengo que ir. Cámaras y micrófonos ahora con nuestra amiga la gran tele de la sala, que nos deleitará un ratito con babosadas y anuncios, pero bien valen la pena después de un día de mucho trabajo. Besines electrónicos, hasta la que sigue.

viernes, 11 de junio de 2010

De cómo una se vuelve posible

Tratando de explicar lo inexplicable.

Empezando la gloriosa década de los ochenta, la vida me trajo montones de regalos que incluirían, por ejemplo, la música que más me ha llenado, los empleos que más me han gustado, ¡hasta la ropa más increíble, vivan las hombreras monumentales que enmarcaban los angulosos finales de mi anatomía junto con las mini mini faldas, un metro largo de delgadas piernas para lucir! ...Ah, y a él.

Temiendo que la carga de cursilada en la última frase pudiera aplastar a todos los demás desvaríos que me van llegando en cascada, procedo a centrarme en los hechos nada más, igualito que cuando se discute lo del huevo y la gallina: si hubiera sido hija única; si mi hermanito no me hubiera invitado; si no me hubiera sentido atraída por el rock; si hubiera decidido no ser amable a pesar de lo gordo que me cayó que llegara tan, pero tan tarde a la cita... a saber qué condenado gallo me hubiera cantado.

Y es que tampoco sé que vio en mí. Y no porque servidora estuviera de malos veres, que no, que no: es que había no sólo un pequeño abismo de edades como inmenso de experiencias, además sucedía que justo en esa coyuntura él andaba rozando los cuernos de la luna -a nivel mediático-, y empezaba a avanzar hacia ese extraño y exótico estrellato de los que son reconocidos entre el personal y conocidos entre el resto de los mortales, como una mezcla de famosos y celebridades, no sé expresarlo mejor. El caso es que le gusté, y una vez que yo decidí que él a mí también me gustaba mucho, lo que empezó como romance de secundaria fue avanzando, luego madurando -y finalmente echándose a perder, justo como un tupper con albóndigas tras un par de semanas guardado en el refri- para luego formar parte de la historia y poco más.

Nosotros no teníamos nombres en clave, ni nos inventamos un lenguaje único para comunicarnos a solas o frente a otros. Las cosas se fueron dando con mucha naturalidad, si tomamos en cuenta que yo había salido medio atormentada de una relación más bien pinche y él, él, salía y entraba de ellas -con bodas incluidas- sin encontrar aún a esa media naranja, ésa que cuando aparece, o nos parece que aparece, nos voltea del revés y nos envía todo el tiempo señales de que ahora sí, ni más ni menos. ¿Por qué no pensar que podíamos serlo el uno para el otro? Uno de mis problemas era, en esos momentos, no parecer más boba de lo que andaba por sus huesos, como seguramente me veía en esos sábados en el Chopo: ¡es que lo recibían como a las aguas de mayo! Y en los antros, que empezaban a aparecer y que todos esperábamos que se hicieran legendarios, ¡pero funcionando! ah, en ese momento eran la opción para todos aquellos que sentían que (y tocaban como si) su música fuera la más avanzada, la más rompedora... Por eso también los ensayos en mi casa tenían un lado mágico que sólo yo entendía.

Le seguí, primero porque así lo quería, y segundo porque no se me ocurrió (después de meditarlo detenidamente... buah, es igual) ver que podría haber otra opción. Me rebelé contra lo que supuestamente me asfixiaba en la vida diaria, y sentí que había llegado la hora de dar un paso más grande. Y ahí te voy, al grito de viva la virgen, a según yo empezar una vida maravillosa, plena, increíble, divertida, interesante, aventurera, digna de envidia, total... para pasar a estamparme contra el muro invisible -pero igual de jodido- de que no estaba ni remotamente lista para hacer algo tan radical sin hacerle daño a él, a mis amados, a mí misma. Que no toda la culpa fue mía, aclaro; es más, soy absolutamente incapaz de dotarle de algún porcentaje, pero por mi lado, exclusivamente por mi lado, resultó que la persona que yo era de puertas adentro, literalmente, no era, digamos, algo muy aproximado a lo que debería complementar la vida de otra persona con ya, bueno, varios kilómetros recorridos más.
Si hubiera podido, si hubiera sabido, si me hubiera puesto a pensar dos minutos más en lugar de sólo cerrar los ojos, estirar la mano y, ala, a volverme la mujer de alguien, mira... seguro que sería una bicicleta. O sea, ni al caso. El decálogo de por qué no debió enamorarse de mi o yo de él comenzó a parecerse sospechosamente al Quijote -en cuanto a tamaño- y a la Biblia -en cuanto a desastres-. Si lo dijo mi admirado doctor House hace poquito: 'cualquier cosa puede ser cualquier cosa', lo cual más o menos significa que lo que parece que muy bien empieza, en realidad puede ir del cocol sin que te enteres. Como lanzarse de puenting pero sin ataduras, que la sensación en la caída es igual, la adrenalina surge igual, el problema viene cuando no rebotas y a la velocidad de la luz te estrellas contra lo que hay abajo, brrr.

Igual si me hubiera puesto firme para decirle a los ojos, por ejemplo, que me declaraba objetora de conciencia para hacer con gusto cualquier tarea de casa... es que ver una cama tendida me encanta y me seduce al día de hoy, lo que siempre he detestado es tener que hacerla con mis manitas. Que sólo cocinaba cuatro cosas, cuatro, y a veces mezcladas entre sí, además de considerar con total seriedad que los espaguetis eran la mejor comida del día, todos los días y en realidad a cualquier hora... además de que también le tenía terror a la condenada olla express; o que dormir representaba un importante porcentaje de mi vida diaria, pues era bien capaz de quedarme sope en cualquier postura, en cualquier lugar y hora; que amaba con locura las series yanquis, que tenía discos de Barry Manilow y de John Denver y de los Osmond ¡y los ponía mucho!; que me sentaba a ver los partidos del América y que había visto todas las peleas de Alí que televisaron; ¡que odiaba lavar la ropa a mano!; que los fines de semana, a menos que no quedara de otra, el uniforme oficial era la pijama; y que si el best seller era la atormentada vida de Joan Crawford, tarde se me hacía para atragantarme con él.

Y sin embargo me hizo posible. Él me hizo posible. A pesar de todos mis miedos y mis silencios yo lo miraba confiada, lo esperaba confiada y me lo devoraba confiada. Asumí que era normal aceptarme como un todo-incluido en hotel de playa de Ixtapa, puesto que él llenaba absolutamente todos mis sentidos. Craso error. Como no le podemos echar la culpa a mi signo zodiacal o al precio de las manzanas en Camberra, el resultado, tan previsible y a la vez tan poco esperado, es que me tuve que ir con mi música a otra parte, que eso no estaba saliendo bien. Y el encanto se rompió. Pero nunca el hechizo. En todo el tiempo a su lado se activaron sensaciones que yo no creía que existieran, y la sed siempre era saciada; todas eran ocasiones memorables, diario parecía el día de la fiesta de graduación, desde comprar un mueble para sus cientos de discos o escribir en su máquina de escribir los textos que me dictaba; cuando hicimos un open house, y como no teníamos mesa pusimos dos cajas de guitarras y un mantel... risas y besos y capítulos triple equis en sitios más bien insólitos e imposibles de relatar aquí por tratarse éste de un horario no apto, ¡ah, un fin de semana glo-rio-so en Acapulco, con bronca incluida! Mi cumpleaños, el suyo. Sus amigos, mis amigos -pero no nuestros amigos-; mis celos, nuestras decisiones con té y bicicleta. Y sí, efectivamente, amigos y vecinos, el dinero que no entraba ni por la puerta, con el natural resultado de que mucho de lo bonito, o sea casi todo, se escapaba si no por las ventanas, por el marco de la puerta o el elevador, que vivíamos en un séptimo piso.

Por dentro y por fuera me escocía no ver a casi todos los míos, la verdad, pero al principio estaba más que dispuesta a no negociar y sí a demostrar que lo que había hecho era lo correcto. Fantaseaba furiosamente con nuestra vida de ancianos, con hijos buenos e inteligentes, con perros y gatos y los consuegros llevándose de maravilla... cielos. Y mira: visto lo visto, sólo han sido distintas coyunturas. Por eso conjugo en reflexivo el verbo hacer posible, pues pasaron varios años, un montón, antes de que el 'ésto, también, pasará' -al más puro estilo peliculero de Julia Roberts-, al 'uf, aquí no ha pasado casi nada' (en Monterrey, por cierto, durante la gira de Rock en tu Idioma, digo, por si tenían curiosidad). Ahí me liberé y empecé a conocer más de geografía universal. Alemania, España... ¡que viva la madre que las parió!

Vendrán más, después.

domingo, 6 de junio de 2010

De escritores y escritos

La más-o-menos-más-bien-menos joven autora, que ni firmará ejemplares porque no existen, ni dará conferencia de prensa porque nadie la ha convocado, aceptará con humildad el premio recibido en nombre de todos aquellos humanos que en su día dijeron que serían escritores -sobre todo al espejo- y en resumidas cuentas lo más que han llegado a escribir son correos de queja porque las facturas llegaron mal especificadas, o cartas de amor tan migajonas que harían sonrojar de vergüenza por su redacción a las cenizas de Elizabeth Barret Browning... o desvaríos en un blog, viva la tecnología.

Siempre me ha gustado escribir, me he dejado arrastrar en directo y sin escalas a la emborrachante sensación de poder describir lo que se sentía o soñaba, y a la magia de que existan palabras precisas para cada cosa. Yo no entiendo muy mucho de métricas ni sistemas, y aunque me hubiera gustado en su momento hacerlo como una carrera, otras cosas ganaron más mi atención y por ello soy sólo, cómo diríamos, un alma libre que escribe de lo que le da la gana, más o menos como y cuando le da la gana. Y con suerte, además, porque muchos que lo leen lo entienden ¡a veces hasta les gusta! Al principio, llevaba diarios precisos y concisos sobre lo que acontecía en la secundaria, poniendo nombre y apellido, las más de las veces apodo, a los humanos con los que me cruzaba y con los que fantaseaba cruzarme. Leerlos y releerlos era imaginarse cómo diría el Capitán Kirk en situación: “Sr. Scott, teletranspórtenos”, y no consideraba necesario -y sí, igual y todavía me daba bastante vergüenza- que nadie más lo leyera o se enterara de lo que yo pensaba. Así que se fueron de mi vida, derechitos a la basura, el día que dejaron de ser privados...

Luego me dio por los blocks Scribe con portadas de perritos, gatitos y bebés... pegando fotos, comentadas por servidora, por supuesto, y las más de las veces convertidas en ecos de historias que me montaba a conveniencia y que precisamente por eso, por ser falsas, pasaron a vivir en el baúl de los recuerdos, que no a la basura... a veces cuando ando requiriendo un ataque de risa loca, paso y les doy una revisadita, qué les puedo yo decir...

Ya para entonces hacía pininos (mini pininos, reconozco) con pequeños cuentos de fantasmas, heroínas, espías y usando más o menos lo que dijeran las canciones disco del momento o una que otra serie de televisión. Se fueron acumulando en servilletas de papel, cuadernos de trabajo, hojas sueltas, sin orden ni concierto y en muchos casos, sin fecha. Una pena, si tomamos en cuenta el triste final que todo ese bagaje tuvo y que, como depresión post parto, provocó un agujero negro de bastantes respetables dimensiones: es que resulta que pocos años después entré a trabajar a un sitio donde no sólo tenía tiempo -y que quede claro, lo tenía porque hacía mi trabajo y luego me sobraban ratos, mientras llegaba la hora de ir por unos molletes al Vips con mi apá, de lunes a viernes-, y porque tenía privacidad ¡tenía mi propia oficina (un hueco grande en realidad ¡pero mío! Y me encantaba, oh, sí). Esto, claro está, antes de que hubieran computadoras en las oficinas, en las casas, ¡en los teléfonos! por las patas de mi cama. Yo tenía una máquina de escribir eléctrica ¡magia pura para mis rápidos dedos! Y con las mismas me puse a transcribir mis historias, todas las tardes-noches, guardándolas además en una carpeta que me habían regalado -o me había agenciado, para hablar con total honestidad- con motivo de la llegada al mercado musical de un tal Juan Luis Guerra...

Semanas. Muchas semanas. Montones de meses.

Hojas. Muchas hojas.

Y guardándolo todo en mi H. oficina ¿quién se iba a imaginar que ahí andaban viviendo mis memorias, mis ideas, mis paranoias y cuentitos, además de uno que otro intento de poesía erótica? Pues sucedió que un buen día, decidida a no tener que esperar hasta el lunes noche para poder seguir revisando y rellenando, pensé que podría hacerlo a mano en mi recámara. Así que aproveché que esa noche no tomaría mi pesera (¿o eran dos? se me escapa.) sino que iría en coche a otro sitio y cargué con la dichosa carpeta. ¿Resultado previsible? Para nada. ¿Fuerte tentación al destino? Sepa. ¿Craso error? Jamás lo sabré, ya para qué. El caso es que esa noche, terminado el evento y a punto de irnos a casa a dormir -o por molletes, igual-, descubrimos mi hermanito y servidora con horror que habían intentado robarse el coche, y que todo lo que había dentro, incluido en la cajuela, había volado. Nada más. Así se fue mi carpeta, silenciosa y sin despedirse, y seguramente que no ella, sino su contenido, sí debió terminar en el bote más cercano.

Que fue una alegría que no se llevaran el coche. Y dolió ver el hueco del toca-toca (¿lo había o mi calenturienta mente se lo ha imaginado?)... pero no imaginé que la sensación de no volver a ver todo lo que había escrito en años se manifestaría con una súbita, tremenda, increíble apatía de volver a plasmar en papel más nada, a partir de esa misma madrugada.

Meses. Años.

Como no fueran algunas cartas...

Dejó de ser en serio para mí. Dejó de importar. Me daba una como punzada donde se mezclaban un poquito de rabia y un pelín de impotencia, pero se iba tan rápido como llegaba. Era como final de capítulo de telenovela, sencillamente porque me dejaba picada pero luego, invariablemente, algo me atrapaba -el trabajo, el relajo- y me hacía dejar de pensar en eso hasta el siguiente pinchazo. Y se fueron haciendo más pequeños y más espaciados. Y yo seguía sin ganas de escribir. Ni siquiera me contemplé intentar recuperar algo de lo que había transcrito. Nada.

Hasta que volvió. Igual que la otra vez, un bonito día y sin avisar, simplemente empezó a fluir y tarde se me hacía para llenar otra vez servilletas y agendas y hojas sueltas y lo que se me atravesara ¡ah! Y poderlo teclear más tranquilamente en casa. Y como la vida sigue, pues sigue. Y por eso ésto que sigue es lo único rescatado -no sé si rescatable- de aquella carpeta de Juan Luis Guerra, y ha sobrevivido exclusivamente porque jamás se me ha olvidado, es el primer cuentito que escribí, váyase usted a saber pensando en qué -que ya era mega fan de Stephen King, pero tiene lo mismo que ver que el precio del café en Laos y la calidad de nuestra selección de futbol:

-Hola- me dijo, y al voltearme vi una masa nebulosa, entre gris y azul, que intentaba tomar la forma de una cara humana que no supe reconocer. Había fuerza y había dulzura a la vez.

-¿Quién eres? - le pregunté, más con curiosidad que con miedo.

-Soy un fantasma – contestó con una voz gutural que me caló hasta los huesos.

-Pero... los fantasmas no existen ¿o sí? -dije yo.

Hubo un largo silencio.

-Tienes razón – dijo la sombra, con un tono de inmensa tristeza.

Y desapareció.

Pues eso, ya está. Tenía poco más de 16 años y ni la menor idea de cómo escribir un cuento -a pesar de varias buenas notas en trabajos de literatura-, pero aunque sé que tuve una razón para escribirlo, la he olvidado por completo. Así que supongo que no era tan importante. Pero como aquí y ahora se pueden dejar las cosas para la posteridad posterior, pues nada, pongo mi granito de lo que sea y lo dejo aquí ¡para que conste en actas y porque no hay devolución si hay quejas! Que de la poesía erótica, por cierto, me acuerdo de renglones sueltos, una pena, igual y no hubieran estado tan mal...