sábado, 8 de enero de 2011

Año nuevo, deseos ¿nuevos?

Se acaba el 2010, y aparte de cumplir 50 bien hermosos y bastante vividos años, la novedad en realidad siempre es la misma: brindaré, pediré, soñaré y me prometeré... y luego ya veremos qué pasará y que no.
Es otro año donde 5 mil kilómetros han sido igual a 5 mil días, ergo, un chingo y dos montones de tiempo lejos físicamente de mi gente. Las cosas antiguas se hacen viejas, y las ya no tan nuevas se hacen antiguas. Los tesoros cambian de ubicación y contenido, y los valores, ésos, bueno, los que me acuerdo se quedan y los otros ya irán apareciendo, digo yo.
Brindemos, pues.

'Hola, me llamo Lula y soy adicta al chocolate oscuro'.
'Bravo, Lula'
'Hola, Lula'.
'Hola'.
(y unos breves aplausos)

Basta de mimos. Sigo teniendo horror a las alturas, que no lo tenía y de la nada (un buen día en la rueda de la fortuna junto a mi hermanito dí el show y tuvieron que pararla y bajarme, que ni eso podía yo sola). A partir de la semana en que parí a mi unigénita, la cafeína pasó a hacerme el efecto no esperado de espantarme el sueño ¡a mí, que suspiro los vientos por todas las comidas con mi humeante taza! Pues nada, si los dioses hubieran querido que viviera tipo vampira, no existiría el descafeinado, santo remedio. Y sigo imposibilitada para ver una peli de terror -de las pocas que ya quedan, cielos- de noche y a solas. A mí de día y acompañada, preferentemente. Y sigo manteniendo mi línea de exagerado respeto al pescado y los mariscos, dejando que el resto del mundo se los zampe, prefiriendo servidora verlos a través de un cristal en algún acuario.

¿Uno celebra los aniversarios de muerte y dolor? ¿Los conmemora? ¿Los recuerda? ¿Qué se hace con ellos? Yo los paso, no encuentro otra palabra que acomode mejor. Inician, transcurren y terminan, y en puntuales momentos se convierten en punzadas que más que doler, molestan, y luego ni siquiera tienen que ver con la fecha señalada. Son como cuando me sale algo bien, basado en una decisión ya pensada, ya imprevista; o cuando todo me sale del revés, que también parte de la misma base. Me paso explicando a los alumnos que el tercer condicional expresa las cosas que sí pasaron y que lamentamos cómo o por qué sucedieron, y lo que habría sido en otra circunstancia. Soy, pues, un ejemplo con patas del número 6 de ese tercer condicional, vamos a ver. Porque el segundo, ése que sirve para expresar lo que no puede ser, ése somos todos ¿a que sí?

'Hola, me llamo Lula y soy diabética'.
'Vaya, bueno'.

Si a estas alturas del partido me empiezo a quejar de mi dieta y mis hábitos, de aquello que seguramente siempre he tenido desde que estaba en la panza de mi amá y que -a menos que me caiga un rayo o algo así- será algo que contribuirá significativamente a mi llegada a la tumba, pues nada, estaría perdiendo mi tiempo. No voy a contar, repito, me niego a contar el número de molletes que me he comido desde que aparecieron, o los tacos de Neo, o las toneladas de azúcar con que endulcé mis cafés para llorar mis penas, festejar mis alegrías o simplemente ponerme al día con mis otros pedazos de corazones. A lo hecho, pecho (¡y yo sí tengo!). Supongo que quisiera evitar en lo posible que mi heredera, y en realidad todo aquel bípedo que se me acerque, tuviera que pasar, pero ¿qué sé yo de los genes de nadie, incluidos los de mi enana? ¡Si yo sólo aporté la mitad! Así que el respeto al derecho ajeno es la paz, gracias, Don Benito. Me cuido, me quiero, pero también me doy mis gustos. Muchos.

'Hola, me llamo Lula y soy adicta a la televisión'.
'Ajá, ya ¿y quién no?'

Me gustan los fuegos artificiales y las mascotas cuadrúpedas. Me gusta Sting, pero no todos sus discos. Me gusta viajar, pero no forma parte nunca de mi calendario (¿¿??); me gustan los adornos de navidad, pero en casa no ha habido nada en años, y en éste si no fuera por la heredera que se fue a los chinos y montó uno enano aquí, al lado de la tele, nuevamente la navidad tendría facha de agosto. Me gustan los Marlboro lights, pero no pago ese precio y fumo 'lu-qui'; me gusta ver llover y no mojarme; me gustan los italianos, pero no mucho como opinan políticamente; me gusta trabajar y me encanta ganar dinero. Ver fotos y conocer historias. Las tres de “El Padrino” en idioma original, por todos los dioses.

Odio mis fotografías, todas menos dos; echo de menos mi sonrisa, que se ha ido hace un rato por causas exclusivamente achacables a mí misma; detesto las corridas de toros y los guisos que llevan mucho ajo; viviendo en México, adoro el calor; más viviendo en estos lares, me quedo con el frío, ocho mantas, cuatro calcetines, dos bufandas y chimenea en todo su esplendor; y odiaré hasta el fin de mis días tender mi cama, el primer día de trabajo y que se corten las llamadas.

No sigo más, tengo que ir a brindar por el año nuevo. Por otros 365 días que han pasado desde el anterior.

Y brindaré por ti. Bien lo sabes.

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