lunes, 11 de marzo de 2013

Marzo


Este, del 2013. Porque resulta que son un montón de años que se vienen juntando, y yo nunca los había juntado. Que pierdo la cabeza, va a ser eso… que soy como soy, pues también. La sorpresa es reconocer así de golpe la fortuna de tener a estas personas a mi lado, a pesar precisamente de eso, de ser como en algunas cosas soy.

Pasten es mi amiga. Eso lo primero. Nos conocimos cuando andaba yo intentando hacerme la valiente sin mucho esfuerzo, y tragando camote porque me estaba tocando no temporada de patos, no temporada de conejos, sino de vacas anémicas; su puerta al lado de la mía fue mucho más que eso. Porque somos muy distintas y a la vez nos parecemos en tantas cosas… o sea, a ella no se le olvidaría mi cumpleaños y a mí sí el suyo. Y aun así, me sigue queriendo un chorro ¿cómo agradecer tanto cariñito? Un caso para la araña –eso, no que ella siga siendo mi amiga…

Oh, Juleo, Juleo, donde estás que no te veo… incontables las noches de tequila y cháchara, y tardes puntuales donde los secretos seguían siendo eso, secretos, pero sólo entre nosotros dos. Excursiones al más allá y regresos con una bendición sincera… demasiadas cosas que no caben aquí, y no cabrían en ningún lado. Me ha prestado a su mamá por más tiempo del que me acuerdo y nunca le he dicho gracias… aunque también sé que no hace falta. Y claro, va y nace también en marzo.

¿Y cómo llegó Rosi a mi vida? ¿Acá, a 10 mil kilómetros de mi vida conocida? Pues caída del cielo, cómo va a ser… es una amiga mañanera, intensa y divertida, hermosa por dentro y por fuera, de esas que dejas de ver y cuando retomas parece que no ha pasado ni media hora. Que te dice tus verdades, y nunca tus mentiras. Y sí, adivinaron bien, también llegó al mundo –en este caso arza y olé- en el tercer mes del año…

Más regalos en mi mes favorito. Espinosa, traducido del diccionario amigas para siempre como la que está ahí. Compañera infatigable del rock and roll de purititos años ochenta, dueña de los ojos más verdes que te miran con tanto cariño que te puedes derretir. Hermana, amiga, tía. Hasta cosas como ver una peli de terror –con lo que las odia- no hace sino acercarnos más…

Y hay más. Mi hermanita nació en enero, pero ¿cómo iba a quedarse fuera?  Y trajo a la joya de la corona, una supuesta gastroenteritis que luego pesó más de 3 kilos y con el tino suficiente para dejar loco de amor al personal.  Una personita que infunde fuerzas y confianza en que no todo puede ser tan malo, nada tiene que salir tan de la fregada, todo se puede solucionar si tiene a bien echarse un par de carcajadas y soltar espadazos a diestro y siniestro… ¡Es mi chamaco! Y sí, también llegó en este mes. Cuánto lamento perderme todo lo que me pierdo, pero cuánto disfruto imaginándome todo lo que me imagino…

Y mi hermanito, cuya onomástica ha sido festejada con pasteles, globos y payasos; con regalos escondidos por toda la casa; con uso total de cuanta tecnología ayude si no estamos cerca; carnalito, cúmplelos como corresponde: riendo, bebiendo, comiendo y llorando también si así te da la gana. Yo estoy acá abrazándote en secreto y en público, festejándome también porque puedo festejarte a ti, aunque sea con letras y números y con besos virtuales rociados de una estupenda leche con café y galletas y un pinchazo en el ombligo. Con besos que traspasan el tiempo y que se juntan con todos aquellos que te pude dar en directo junto a vinilos, cds, dat y mp3... cariño entre toquines, conciertos. Besos de hechizada y mi bella genio, más la hora de los osmond y VM que todo tenía cuando tenía… Nunca fueron suficientes agentes fantasma en nuestra vida…
Que viva marzo, pues. 

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