En pleno siglo XXI, en este hermoso país donde un par de horas en el estacionamiento del aeropuerto pueden llegar a costar menos de 40 pesos, el tema de la realeza y la nobleza forma parte diaria, integral de muchísimos españoles.
Como en todo, hay detractores: que si todos pagan de su bolsillo los ahora conocidos (sí, fueron más de 30 años sin saber en qué se gastaba su presupuesto la familia real, o sea…), pues que ya estuvo suave; que para qué están ahí; que son tan obsoletos como un Atari –pero se les trata igual que si quisieras comprar uno hoy día-; los que los aplauden, supongo que saben muchos tejes-manejes que con protocolo y diplomacia, ergo amistades, consiguen para el país. A saber.
Ahora se enfrentan al penonísimo bochorno de aceptar que un yerno real, un braguetazo en toda la extensión de la palabra, se adjudicó unos cuantos milloncitos de euros tapados tras una supuesta organización sin ánimo de lucro. Una vergüenza, hágame usted el consabido favor…
Los que siguen a la alza, jamás pasarán de moda y siempre se les espera con una ilusión que a veces raya en el paletismo, son a sus reales majestades, los reyes de oriente, los reyes magos, pues. Aquí tienen titulares en la prensa, en la radio, ¡en la televisión, por las patas de mi cama! Que si llegan en barco, avión, camión o camello; que si su don de la ubicuidad está totalmente explicado –es en serio, lo acabo de ver ¿dónde si no? en un noticiero; las aquí llamadas “cabalgatas” son desfiles de carrozas donde todo el personal involucrado tira dulces a los espectadores y ahora son tan listos que van y abren paraguas boca abajo para cachar más. O sea. Y aquí viene lo bizarro, get the picture: el año pasado, una mujer en Huelva llevó a juicio al rey Baltazar, porque lanzaba los caramelos con tanta fuerza que uno que le dio en la cara le provocó un moretón tremendo. Que sí, que sí. Pero ¿se imaginan cuál fue el resultado de dicho trámite? Pues que resultó absuelto, porque en opinión del juez, “no se podía demostrar la nacionalidad del susodicho y, además, ¿no es un rey y yo, juez, siempre recibí sus regalos de niño?” ¿Y que dónde me enteré de tal cosa? Periódicos y televisión of course, my horse.
Yo lo de la realeza es que lo llevo medio mal –y que conste en actas que Dianita Spencer me caía requeté bien, sobre todo porque se les puso al tú por tú a los arcaicos. Que no podamos hoy día votarlos, sino encima mantenerlos, no sé, me suena ya como de película del Señor de los Anillos o Espartaco. Aquí, ahora que ya les entraron los calambres porque cada vez pierden más popularidad y queda más patente que lo suyo lo pueden hacer otras personas humanas elegidas por los demás, intentan por todos los medios volver a ganarse la confianza de muchos, y la nueva de muchos más… cosa que se ve pero bastante difícil.
Y si no que le pregunten al rey de Suecia, que ya le andan pidiendo que vaya y se retire. O a Chabela, que cumple 60 años este año y parece que no tiene la menor intención de jubilarse… aunque allá ya tuvieron que publicar hasta cuánto se gastan en papel de baño.
En fin, que vienen los Reyes otra vez y hay que zamparse roscón con chocolate bien oscuro y bien espeso, a la española. Aquí tienen figuritas varias y una haba, el que la saca paga el roscón y así se acaban oficialmente las fiestas.
jueves, 5 de enero de 2012
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