lunes, 1 de noviembre de 2010

¡FESTEJOS! festejos...

En parte porque no quisiera que nada se me olvidara; pero mayormente porque ya saben, no me quedo callada ni dormida, llega el estelar momento de compartir el desvarío correspondiente a la cincuentenaria onomástica, acaecida hace pocos días nada menos que en la más británica de las capitales.
Pensé, lo primero, que no era mal momento climático para lanzarse y estrenar decenio; luego pensé que no saldría tan caro, a ver, si nada más son dos horas de avión y ya no es temporada de patos y/o conejos; y más adelante se me ocurrió que siempre se podría comprarme algo chulo y diferente –y que de preferencia se pudiera ver, porque ir a comprar chones, por muy diferentes que fueran, pues mira, no-. Total, que Londres fue la opción, la primogénita la afortunada acompañante y la fecha elegida mi cumplemenos.
Por eso, y en bien del medio ambiente de la colonia Roma, estos pequeños y sencillos consejos y anécdotas tienen que ver la luz. Queda dicho.
EL AVIÓOOOON…
Una vez vencido el miedo de dar datos en la red, convencida de que la agencia de viajes más cercana me daba mucha flojera y negándome en redondo a pagar por esperar en la línea ‘que todos nuestros agentes están ocupados, aguante hasta que le salgan raíces’, la búsqueda terminó en dos aerolíneas de las llamadas ‘low cost’ (que sí, el plan era ahorrar lo más posible para gastárselo en trapitos). Así que empecé a buscar una que llegara a un aeropuerto que no fuera casi capital de otro país por lo lejos, que Londres tiene cinco.
En el inter, se buscaron opciones de avión+ hotel. Resultado: cero por chapucero.
¿Dónde andaban mis neuronas cuando reservamos un vuelo por la noche? Espero que no muriéndose, pero por ahí cerca pues no andaban. Mira que pagar una noche por el puro gusto de llegar a la cama… Sin comentarios. Sigo.
La experiencia de una línea de bajo coste es, por decirlo en una palabra… espeluznante. Los boletos de avión fueron muy pero que muy baratos, mas sin embargo los gastos de gestión fueron exactamente el 75% del mismo precio (¿¿??); además las condiciones y restricciones son más largas que la constitución española, por ejemplo: una maleta por pasajero en cabina, de medidas exactas y peso límite, o pagar 30 euros. Solución: una para cada una, con dos calcetines y algo más, para que regresaran bien llenitas…
HOTEL, DULCE HOTEL…
A buscar acomodancia. Pensé en un albergue, porque no llevábamos nada de valor y, no sé, más dinerito al shopping… sorpresa: ni la heredera ni yo entrábamos en sus políticas… por la edad. Pues un hostal, que fue la hija quien dijo que ni de broma se iba a una habitación con baño compartido. ¿Cuántas páginas recorrí? N mil. Pero lo hallé. A 9.7 kilómetros del centro. O bueno, sí, pero en línea recta, así qué padre…
LUGARES PARA VISITAR
San Google al rescate. Rutas, metros, tiempos, autobuses, ideas… Pensaba que de ahí a guía turística especializada era media hora. Fascinarme otra vez y fascinar a la hija. Ya hasta me imaginaba estrenando mis modelitos en una cena de cumpleaños…
INICIA LA CUENTA ATRÁS
Llegar 3 horas antes. Sellar el boleto –impreso en una hoja DINA4, no de otra medida- en el mostrador. ¿Dónde? Exactamente al final del todo, en el último despacho de la terminal.
Comprobar que las maletas cumplen con sus medidas. La mía se pasaba un centímetro, pero me dijeron que sí pasaba. Chido.
Pasar seguridad: a la basura el gel del pelo, la botella de agua, fuera botas, yo que sé…
La puerta de embarque. ¿Dónde? Pues dónde iba a ser: al final de todas –llegar echando el bofe es señal inequívoca de que se es primeriza en estas aerolíneas parientas de Mr. Donald.
No, el bolso de mano no se puede llevar aparte. Ni la cámara, la computadora o el abrigo. Sólo un bulto por persona ¿Qué, no entendemos los nuevos?
¿Asientos? No, ninguno. El que caches, cuando lo caches y si lo cachas. Y que con suerte tu maleta no quede a 7 filas de la tuya.
Oh, la puerta no cierra. Es mi maleta, el maldito centímetro. Va para abajo. Pero no me cobran.
¿Los asientos? Resumiendo, hay más espacio en cualquier microbús del Periférico…
Y te hablan todo el tiempo. Todo el tiempo. ¡Hasta te venden lotería! ¡Y cigarros sin humo! Y claro está, toda la comida o bebida que quieras, incluida el agua…
A la heredera y a mí nos daba la risa loca, y eso que apenas había empezado el tour.
LONDRES A LAS 10 DE LA NOCHE.
Después de mirar el Canal del Tiempo por semanas, compré paraguas, chubasqueros y orejeras, que según esto así nos recibiría la ciudad. Nada de eso. De hecho, ningún día fue como lo previnieron los que según esto saben… peor para ellos.
También, muy lista, compré transporte desde el aeropuerto a la ciudad. Por mucha ilusión que me hiciera un tren ata velocidad o un taxi, prefería mercar botones de I-love-London. E imprimí mapas del metro, el autobús y los trenes, y saqué la info de las rutas a seguir.
¡FALACIAS, QUE DIRIA MI HERMANA CARNALA!
Así que tomen nota con su manota: si Google dice que son 6 minutos andando, para nada, son más de 10. Y si dice 20, como de la estación de metro al hotel, ¡naranjas! Porque entre 20 y 35 minutos como que sí hay diferencia… Aunque después de las carreras para llegar al avión y eso, ya nada nos sorprendía, la verdad.
Y debo reconocer, con mi sentido de la organización doliéndose cual muela cariada, que no me enteré en absoluto de cómo funciona el metro de Londres ¿de dónde saqué que sería igual al de Madrid, al de México? Una parada de inicio y otra de final ¿no? Pos no. Lleno de mapas y pantallas, y ni aún así se impidió que dos veces dos, nos equivocáramos de tren y vuelta a empezar. Como canicas en caja grande, diría el apá. Más risas locas. Con borracho incluido, aunque por lo menos tuvo la delicadeza de salir del vagón a des-beber y luego entrar muy digno…
Muy tarde, cansadas pero ya no hambrientas, llegamos al hotel. ¿Alguien sabía que las escaleras de las casas y hoteles en Londres son como las de la película ‘Nothing Hill’? Oh, sí. Angostas, estrechas y empínadísimas, la madre que los parió. Reto a todo aquel que mida más de 1.50 que suba dos pisos sin sentir raro, y vértigo al bajarlas.
Pero algo bueno de esa nuestra habitación es que me recordó a cosas de España y México… era tan pequeña como mi coche, y el baño más o menos del tamaño de uno normal en cualquier VIPS. Pero el plan sólo era estar ahí para dormir ¿no? ¿Qué más daba que si entraba el sol tuviéramos que salirnos nosotras? Sí noté que no pusieron una buena lupa para ver la tele, que era casi tamaño transistor, pero cuando nos acostamos, la verdad es que no pesó, estábamos tan cerca de ella, tan cerca la hija de la madre…
Al día siguiente empezaba Londres formalmente. ¡De compras!
Y el mero y señalado día ¡de paseo por la ciudad!
Y el último ¡pa’ lo que alcanzara!

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