martes, 4 de mayo de 2010

La tele de todos - aquellos sesentas

Primera parte

El caso es que aunque me saca de quicio que mi 'aborrecente' primogénita viva por y para las redes sociales, ya mirándolo con frialdad resulta que sólo sigue los pasos naturales que a todos nos tocó hacer en su momento, nada que no se cure con la edad: yo soy hija de la televisión, y si me pongo a pensar en lo que éso debió provocar en mis dos veces H. progenitores...

Nosotros (osease mis hermanos, servidora, y en general toda la clase media-a-medias y de ahí pa'bajo del México de los sesentas) no teníamos video ni forma de grabar nada que saliera en televisión cuando éramos niños; nos llevaban a ver las de Disney al cine y párale de contar. Lo nuestro era la tele. Y aunque igual hubo otros antes, el aparato que recuerdo era pequeño, de color blanco y de transistores. Por supuesto, amigos y vecinos, en blanco y negro, y con una pantalla de.... de.... muy poquitas pulgadas. Pero era ¡graaaaande! Y las maravillas salían de esa caja mágica... que aún existe, no sé si funciona, pero está en propiedad exclusiva de mi hermano.

Algo así la imagen: niña tirada en el suelo a medio metro de la pantalla, disfrutando de caricaturas con música y canciones extraordinarias, sin tener la menor idea de quién era Eddie Cantor, por ejemplo. Aparte de las de Porky, Silvestre, Lucas o Piolín, el Correcaminos, (un breve apunte cultural: “alatusinga”, hermanos). Maravillas como “Flor de Nochebuena” en la noche del 24 por Canal 5 ¿se acuerdan de “De cómo Odeon quiso robarse la Navidad”? ¡La repetían todos los años! ¡Qué Grinch ni qué leches!

Las caricaturas eran de seres hermosos y valientes como Meteoro, He-Man o Astroboy; poderosos como El Hombre de Acero, Sha-Zam y Los Superamigos; o surrealistas y divertidas como Los autos locos o la Pantera Rosa con ese inicio ¡soberbio! del coche deportivo y el tema musical;

interrumpo mi divagación: ¿alguien sabe si los muñequitos narizones y de cuerpo raro que le acompañan y le sufren tienen nombre? Aunque no es un tema que me quite el sueño, sí me gustaría saberlo

perdón, sigo: “¿adónde, adónde, adónde andará/mi gran superhéroe/mi gran Supercán?”; Kimba, el león blanco de la selva ¡de mis más favoritos! Tiro Loco MacGrow, Los Picapiedra y Don Gato ¡por favor! ¡Cómo se reía la Jesops de mi imitación de Cucho! La Tonta Bruja, los Osos Mañosos (y las de la familia de osos, el padre chaparro, la madre babas y el hijo inmeeenso y bien meeenso); Canuto y Canito; Leoncio el León y la Hiena Tristón; La Tortuga D'artagnan, Pepe-Pótamo... Ah, los pluriempleados Thunderbirds y los Archies, que, parafraseando a mi apá, comían aparte... y que siempre veía con Mago Aguilera.

No, no era (ni soy) fan de Manotas, Mr. Magoo, el alce ése y la ardilla voladora cuyos nombres ni siquiera recuerdo; ni de Birdman y el Trío Galaxia,o Yogi, Huckleberry Hound, la Hormiga Atómica, el Inspector Ardilla o los Supersónicos; Maguila Gorila, Pixie y Dixie; Popeye (puaj, para nada); ...ay,ay, Rockie y Bullwinkle ¡me acordé, me acordé!; Scooby Doo y montones más. Pero les conozco, sé que estaban ahí.

Y es que por ese mismo entonces descubrí las series, que entre Japoneses y gringos ponían la imaginación a mil: éramos (él y yo) Los Agentes Fantasma, yo vivía en el Gran Chaparral, era la hija de Daktari, la dama liberada por El Llanero Solitario o ya de perdis por El Zorro; el ligue de Batman o Robin, daba igual; ¡mega fan de Chibigón! (y sí, soñaba con poder usar esas mini-falditas de Cometa); Ron Ely, el Tarzán más hermoso; no me perdía un capítulo de Ultraman, y luego salió Ultra Q y Ultra Seven ¿a que sí?.... Y esa serie de una familia, todos melenudos, madre, padre e hijo, se convertían en cohetes para salvar al mundo ¿como era? ¿Defensores de la tierra? ¿Monstruos del Espacio? ¡Premio al que le atine! Más las series animaleras: que si Flipper, que si Lassie, que si Skippy, Mister Ed, Mi oso y yo, Rin Tin Tin, Maya... más bien melosas, como contraparte de monstruos, tiempos pasados y amenazas para la humanidad. Yo sólo seguía a la elefanta y al delfín, los otros no se me antojaban... ¿sería porque un protagonista me parecía el más guapetón en su momento? Váyase usted a saber.

Um, ¿Y como era la luchita de la televisión mexicana? ¿Habían dibujos de producción propia? Sepa, mea culpa, pero los conductores de las barras infantiles eran la neta del planeta, a ver: que levante la mano quien recuerda a Pepita Gomiz detrás de una raqueta saludando al personal con nombre y apellido; o al Tío Gamboín, sus juguetes ¡y sus fanfarrias! -no, yo nunca fui su sobrina: una cosa era verlo y otra muy diferente ser su pariente: el hombre me daba como repeluz-; ¿y la Calaca Tilica y Flaca? ¿no cantaban su canción? ¿Quién se acuerda del nombre del conductor? ¡Sí! ¡Jorge Gutiérrez Zamora, bravo! Y el otro, Moreno, pero no Rogelio, el otro ¿cómo se llamaba?... y Topo Gigio con Raúl Astor ¡pues claro que sí! Eso sí, diré que todos los domingos veíamos a Cachirulo en casa de mi abue Lupe. Y donde mis otros abues era El Club del Hogar, al mediodía, aunque con mucha pena nada más me acuerdo de Don Daniel, el genial Madaleno y la Vilma Traca... ya me pueden ir diciendo de los demás, please...

Y ustedes me van a perdonar bastante, pero el caso es que aunque las series iniciaban en plenos sesentas, yo no recuerdo si llegaban con la misma celeridad a mi televisión en la Santa María la Ribera o la Lindavista, además de iniciando mi archi-recontra-conocido y exclusivo santoral: aquel Superman de carne y hueso -que por cierto se apellidaba Reeves y salía dando un brinco por las ventanas, que nunca estaban cerradas, alabada sea la kryptonita-, que aunque la serie es de los cincuentas, digamos que en México parecía novedad diez años después; Viaje al Fondo del mar -¿alguien no fantaseó con el Seaview?-; ¡o el Enterprise! -gulp, a mí me gustaba el Dr. McCoy...- aah, Misión Imposible con Peter Graves; El Santo y San Roger Moore; ¡Combate, que nunca salían mujeres! Y desmiéntanme: ¿alguien más guapo que San Tony Phillips? Que sí, Tony Phillips... porque Doug Newman no le llegaba ni a la suela de sus -uy- altísimos tacones. ¿No? El Túnel del Tiempo, niños y niñas... en seria competencia con el Mayor San Don West de Perdidos en el Espacio; Tierra de Gigantes (¡chocolate!), Espías con espuelas y San Jim West; San Van Williams ('pérenme, voy a suspirar dos veces), ¿cómo que quién? ¡El Avispón verde!; Los Invasores (dedo meñique en alto, por favor!); La Dimensión desconocida con Rod Sterling o San Custer, siempre partiéndole la mandarina en gajos a Caballo Loco. Por eso las caricaturas pasaron entonces a un discreto segundo plano: Los Munster, Los Locos Addams, Hechizada, Mi bella genio, Maxwell Smart o los Beverly Ricos, y las anteriores y subsecuentes maravillas cómico-trágico-dramáticas-divertidas ya habían aterrizado para mí.

Es que te vuelves ecléctico, igual sin darte cuenta. Cortesía de las abuelas, tías, las casas de los amigos donde te metías siempre que podías, la escuela, la lista podría ser eterna. El caso es que las series cómicas mexicanas también entraron, mas nunca al santoral, -eso sí, favor de recordar que, aunque ya fueran en color, en mi casa se seguían viendo bicolores-: El Show de Silvia y Enrique (los que se acuerden, se acordarán de mi memorable -y supongo que patética- imitación de Bartolo Taras); La Criada bien criada; El gran Premio de los 64 mil pesos; Chucherías... y -gulp- una que otra telenovela, pos sí, qué esperaban. Por aaaaños (bueno, quizá no tanto) aluciné en panavision esa escena final de Corazón salvaje, ese beso entre Julissa y Enrique Lizalde, que más que beso parecía un intercambio médico-obligatorio de saliva al por mayor ¡era increíble para la época, para mi edad, por las patas de mi cama! ¡Qué ganas de ser mayor a ver si de verdad se besaba así! Tened clemencia de mí, por fa.

Y no, sorry, nada de La Isla de Gilligan, La Ley del Revólver, Espías en Conflicto, Daniel Boone. Ya eran finales de los sesentas, principios de los setentas, todo iba a dar un giro de 360 grados.... eh, no, de 180 grados... de ¿90? Charros, de muchos, pues. ¿Alguien se imaginaba que yo vería a Patrick McNee y Los Vengadores en canal 5 y luego le pasaría al 8 para ver El Chavo del Ocho o a Viruta y Capulina? Yo, primero muerta que reconocerlo... y por eso


Vamos a cambiar de década como debe ser, con poquito desorden. Fin de la primera parte.

(Así, si se cayeron de la flojera leyéndolo, cuando reciban la segunda parte ya saben de que va y lo pueden mandar derechito y sin escalas a volar ¿zas?)

Y sí, esto es especial para Juancho el Lagarto y Saquito, con todo mi amor.

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