La tele de todos. Parte 2
Reconociendo que no tengo ni la más vaga idea de si veía series en el momento justo de su emisión o un rato después de estrenadas jueras, el caso es que inicié la siguiente década dedicando, a partes iguales, mi devoción a la música y a la televisión.
Mientras mi santoral crecía, se iban agregando uno que otro programa musical: me sentaba con mi apá a ver a San Tom Jones y su show en vivo, bien tarde por cierto; a saber si lo era (en vivo, no Tom Jones), pero los brassieres que le lanzaban las damas y las no tanto ¡siempre me dejó impactada! Ay, la ingenuidad. No me perdía La Familia Partridge, muerta de envidia por la Susan Dey tan cerquita de San David Cassidy... ni a San Davy Jones, alias el mini-Monkee. Y el Show de Donny y Marie ¡of course, my horse! y... cielos, todo esto más Los Archies como que suena a una selección más bien pirada. Que no: cultura, chatos, aunque sea por esta insigne ocasión.
Y a más cosas, como decía mi suegra. Lo mío ya eran las series, mi abanico de opciones fantaseaba por igual con rubios y morenos, jóvenes y no tanto, vestidos y no tanto (ya se acordarán, lo sé). No me alcanzaba a entristecer por lo poco que a algunas las veía (ergo, la serie salía del aire) porque más rápido que en chinga quedaba sustituida por otra que inmediata-mismo se convertía en mi consen, como El Planeta de los Simios (sí, la serie: ¡cómo me gustaba el moreno y qué poquitos capítulos!). Y siempre lamentaré que OVNI durara tan poco, y que el Coronel Foster se ligara a todas pero no diera tantos besos -que me alimentaban sueños ¡por semanas!-, uy, y los trajes plateados de las selenitas, enseñando mucha pierna y breve cintura, ¡yo ni sabía que las pelucas eran moradas!! (¿se acuerdan: tele, blanco y negro?).
Así las cosas, ni Remi, Heidi, Candy Candy o de monstruos, gracias por participar. Para mí eran las series policíacas, de detectives, equipos de salvamento, motoristas y demás bípedos soberanamente guapos para el gusto de servidora en aquellas latitudes y longitudes y otros.... bueno, más bien poco agraciados pero con tramas apasionantes, eso sí, muchas pistolitas pero pocos apapachos en casi todos los casos, qué le vamos a hacer. Y... lo siento, no hay mucho orden cronológico en ellas porque las escribo a la velocidad que las recuerdo: a mi vida (y mi santoral, no olvidéis) llegaron San Illya Kuriakin, San Danny (o James McArthur, para los que no den); San Steve Austin, San Steve Keller, ¡San Gonzo Gates!; San Ken “Hutch” Hutchinson; amén de esos programas de los más bien feítos, desde
¿Qué cosa? ¿Cómo que quiénes son? ¡Charros! Ash: de El Hombre de Cipol, Hawaii 5-0, El hombre nuclear (ya sé que esa sí la sabían, pero si no la digo se me va el avión); Las Calles de San Francisco; Hombres de Blanco ¡rey durante meses!; Starsky y Hutch.
sigo: San Bill Bixby (tks S.B., que me recordaste la única que no puse de la otra década) es que me gustaba mucho más en El Mago y un mucho menos en Hulk; y como iba diciendo, amén de esos programas de los más bien feítos, desde Los Vengadores, pasando por Ironside, Cannon o El FBI; (veía Kung-Fu nada más porque le latía mucho a mi apá; yo prefería las repeticiones de Los Intocables, cómo no...); bueno, hasta las mujeres en papeles estelares: La Mujer policía y La mujer biónica (flaca y ni tan buena rubia que se besuqueaba al nuclear, grrr).
Rápido, rápido: ¡La Trilogía Policíaca! ¿Alguien recuerda, voto a dios, que no eran tres sino cuatro los programas que la componían? McCloud, Banacek, McMillan y esposa y Colombo, ¿así o más bizarro?; Kojak y sus paletitas; Quincy, Kolchak (el de lo paranomal); ¡San Serpico! ¡qué guapo era!; Barnaby Jones -sobre todo su sobrino, J.R.-, CHIPS; SWATT... Además de las de moquear ¿a que sí? Este... La Casa en la Pradera o La Isla de la Fantasía, por decir un par... ¡que yo sí lloraba! Y como dijo Bowie: “We can be heroes, just-for-one-day...”, desde el primer capítulo de Los Ángeles de Charlie...
En el apartado de menos devoción están, con la pena que entre muchos, Los Duques de Hazzard, El Crucero del Amor, El Doctor Kildare, La Mujer Maravilla, Baretta, Fama o Los Hart Investigadores -aunque sí le hubiera hecho el favor a San Robert Wagner-.
Y aunque mis biógrafos se tiren de los pelos, en esa nueva década reconozco que entre el 2 y el 5 estaba el monopolio, siendo en la primera Los Polivoces reyes absolutos, “qué nos acaece, Laurenz” by Doña Paz; Pasiflorino y Acelerino, el Washanwear haciéndole a la niña del “Exorcista”o Andobas y Don Teofilito; Ensalada de locos, con ese huevazo ¡épico!; El Show del Loco Valdés al mediodía y luego a la medianoche y su bailecito final - saben qué canción era ¿a que sí?-; El Chavo del Ocho (¿o ya no?); más toda la interminable, infinita e imposible de enlistar cantidad de programas cómicos y de concursos que sí, reconozco aquí y ahora que veía: Hogar Dulce Hogar ( por ¡Juana R. de González!); los Beverly de Peralvillo -de ahí salió el Tata ¿no?, que quería su cocooool-; la única y maravillosa Carabina de Ambrosio, con las caderas imposibles de Gina “denankius” Montes y la pájara Peggy, chicos y chicas del club de fans; La Cosquilla y luego Sábado Loco, Loco ¡buenísimos!, el Show de Luis de Alba, dos-dos. ¿Un mundo nos vigila? ¿Fue en los setenta? Mmm, creo que no... Las noticias oficiales y oficiosas en “24 Horas, con Jacobo Zabludovsky”. De plano, los canales 4, 8-9, 11 y 13 eran pura fantochada para mí...
No me enganché, adiós y gracias, de Mi Secretaria, el Circo de Capulina, la Chicharra, Juan Pirulero y después Sube Pelayo Sube, el Show del Comanche; los de Paco Malgesto, ni cuanti menos de Cepillín ¡lagarto, lagarto! Además, ironías de la vida, todo lo que evité ver Siempre en Domingo me lo tuve que tragar años después, cuando tenía incluso que pasarme el día tras bastidores. Y reconozco, mea culpa, que era difícil no sustraerse a... en fin, pues que también veía a Rina, la jorobadiux. ¡Telenovelas, sí, telenovelas, y qué y qué! ¡Muchas, además! Pasé de Ofelia Medina a Angélica María y a Verónica Castro, por ejemplo, a través de la tal Rina, y Lucía Sombra, y El Milagro de Vivir y Yesenia, El amor tiene cara de mujer, Ana del Aire, Muchacha italiana viene a casarse, y Yara, Los Ricos también lloran, Barata de Primavera, La Maldición de la Blonda... que enfocaban una vela que se consumía hasta lo último para representar a la pareja echándose el revolcón de sus vidas, qué morbo... hasta Mundo de Juguete, qué chihuahuas. Pero eso sí, nada de Lucía Méndez, una tenía su dignidad.
Para ese tiempo, además, ya veíamos las películas (esas sí en b/n) de Santo contra vampiros, lobas y demás especímenes; Borolas y los ¿monstruos?; German Robles y su Conde Lavud; y por supuesto, los sábados por la tarde en el 2, todas las películas de Pedrito y Jorgito. Esas horas me hicieron fan de “El Día de la boda”, “Modisto de señoras” o “El Rey del Barrio”, además de muchas del tipo y tiempo de “María Candelaria”.
Era obligatorio ver el “Miss México” y luego el “Miss Universo”, horario y canal estelares. Surgió Raúl Ramírez y pude seguir su carrera, mientras Von Rossum ruled con esas narraciones únicas de los partidos del lunes por la noche...
Y ya 'stuvo por ahora; algo me dice que no es ni la mitad... Lo dejo aquí porque, mejor... pero me pregunto qué pasaría si consultara en Internet...
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