oe-oe-oeeeeeeeeee
Pues sí, señoras y señoritas, caballeros y bolitas: se ganó la Copa del Mundo, increíblemente, maravillosamente, totalmente. Perdiendo el primer partido (aquí se los comieron vivos, claro está), metiendo sólo 8 goles, siendo seis de ellos, seis, producto de hermosos tiros, jugadas individuales o estar en el lugar apropiado en el momento justo. ¿Qué puede significar muy en el fondo ésto? Como yo no soy enterada, digo sólo lo que pienso, esto es, que quien ganó la reconsabida copa fue un interesante grupo de jugadores que han sido capaces de hacer cosas juntos, pero nunca revueltos, y me explico:
o mejor no. En realidad, lo que quería airear aquí es la sorpresa de enterarme que la final, que pasó a las 8 y media de la tarde en domingo, no fue transmitida, por ejemplo, en ninguna de las televisiones de los aeropuertos de Cataluña. Y tampoco en ningún campamento de verano de la misma zona: incluso se les hizo creer a los niños que había ganado Holanda.
A mí es que me da pena ajena. Que los catalanes, de quienes dicen que cuando tienen que correr tras un transporte público lo hacen de un taxi, porque así se ahorran más, son muy suyos, trabajadores, dueños de una de las regiones más ricas y productivas del país; aman tanto su cultura y su tierra, que pelean con dientes y garras porque nadie que no hable su lengua pueda obtener un trabajo, o escolarizar a sus hijos, vamos, al grado de poner unas tremendas multas a todos los empresarios que tengan la publicidad de su negocio en español, y cuyo presidente (es decir, de la comunidad autónoma de Cataluña) recibe tratamiento de Jefe de Estado cuando viaja al extranjero; incluso tienen embajadas (pues eso: embajadas) en varios países... a ver, que se nota a leguas que no quieren formar parte del resto de España, y el hecho de que muchos de los mejores jugadores de la selección pertenezcan a esa comunidad autónoma, bueno, hasta parecería que no les hace maldita la gracia. Por tanto, no había gran cosa que festejar cuando Iniesta metió su gol. Que juega en el Barcelona, va y pasa: pero no, no era para tanto.
Y eso me da mucha pena ajena.
Porque si allá me daban más bien la risa loca esas supuestas broncas entre el América y el Guadalajara, entre los que viven en la capital y los de Monterrey, pues mira: eso es moco de pavo comparado con la 'unión' que quesque hay aquí.
… y con todos ustedes: ¡Agosto!
Esa es la frase para presentar a alguien, por cierto, siempre incluye el 'todos'. Bueno, pues eso: llega agosto y con este bendito, ardiente mes, aquí cambian las cosas ¡muy mucho! Lo primero es que -aunque han empezado en julio- la gran mayoría de pueblos de España celebran sus fiestas, lo cual básicamente significa ferias con juegos mecánicos -la última vez que fui costaba dos euros subirse a lo que hubiera-, puestos de comida (no, nada de garnachas, sorry: aquí la vitamina 'T' no es conocida; lo más cercano a las Américas son hot-dogs, lo demás son montaditos -pedazo de pan con algo en general incomible para servidora, así que imagínense-, cerveza al por mayor y cosas a las brasas -mejor no especifico-); qué más, a ver: ¡música, claro, música! Orquestas que tocan los grandes éxitos del cretásico, el jurásico y del mes pasado; a veces hay importantes artistas que cierran el evento, culminando, siempre, con fuegos artificiales, normalmente a media noche. Te lo pasas muy bien, en general, primero porque ya no hace ese calor sofocante de día, segundo porque siempre te encuentras gente y tercero... pos porque sí. Los jóvenes, por supuesto, aprovechan para hacer 'botellón', que traducido al mexicano es una como reunión multitudinaria donde sólo se va a agarrar la peda. Llevan sus botellas, vasos y cocas en bolsas de plástico (todo tamaño gigante) y mezclan con singular alegría.
Si estás en la playa, ¡divino de la muerte! Si no, pues a aguantar lo mejor posible. Los kioskos de prensa se escalonan, con lo cual para comprar el periódico tienes que controlar cuál está abierto y cuándo cierra por vacaciones... oye, porque todos se merecen un descansito luego de trabajar un año entero ¿no? Que una cosa es que el país esté en franca crisis y otra que uno se tenga que quedar con estos calores... cierran las tiendas pequeñas, los súpers pequeños, las peluquerías, las papelerías, las panaderías, todo lo que termine en ías.
En la tele sólo hay relleno en cuanto a películas y repiten series viejas -o como House, que mientras vienen los nuevos capítulos están dale que te pego con los anteriores-, y presentadores (sí, así se dice) que suplen a los titulares, que también tienen que descansar. Hay estrenos en los cines -algo relativamente nuevo, que antes había que esperar a la Navidad para ver la nueva de Disney- y el negocio, por lo que he leído, no va nada mal. La entrada vale 7 euros.
Agosto es el mes donde sabes quién es turista y quién es local: la gente que anda a mediodía caminando mientras sudan el bofe, ya no hace falta ni observar si traen cámara, o zapato cómodo o abanico: son turistas, seguro.
… porque la tele, ay, la tele
¿Se acuerdan que hace algunos meses inició la televisión digital terrestre? 25 canales gratis más otros de pago, más la opción tradicional que es como Cablevisión, también con paquetes. Bueno, pues eso es igual que allá: puedes darle la vuelta completa al mando a distancia (que sí, pues, el control remoto) y no hay nada que ver... cielos.
En la tele 'abierta' las mañanas se dedican a magacines, donde se comentan todo tipo de cosas, desde cómo cocinar un cordero con bechamel y ajos, salud, temas de famosos y demás, y uno que otro programa de tertulia política. A medio día se ven los telediarios, incluido su espacio de deportes, más o menos de 5 minutos, cuatro de los cuales son para el futbol, y lo demás para los otros pobres atletas que no patean un balón, ciclismo si es temporada, tenis si está Nadal, coches si está Alonso, ya me entienden.
Por la tarde no hay nada, prácticamente nada que no atente contra tu salud mental. Los programas son magacines también, pero de temas del corazón o 'rosas': quién se casó o se descasó, demandas, embarazos, chismes baratos y llenos de morbo... que sin embargo les generan muchísimo dinero a los interesados ¡cobran un chingo por ir a decir que ya no andan con fulano o zutana, por airear los trapos sucios, por discutir en pantalla! Patético.
En la noche ya se pone mejor, hay programas de concurso muy divertidos como 'Pasapalabra' o 'Password' y las series que supongo allá se ven (¿les había dicho que aquí le dicen Horatio al de CSI Miami? Pues sí). Y todas las películas que se puedan imaginar, siempre dobladas. La verdad es que ahora mismo ya no lo sé de cierto si sigue pasando, pero antes, allá en el otro siglo, el programa más visto en el día era el de un cocinero vasco muy simpático y original, Arguiñano; y los viernes tarde, nada menos que la película porno (porno, porno) que emitía Canal +, con la pequeña salvedad de que sólo se podía ver si estabas suscrito al cable y si no, se veía codificada ¡aún así era el espacio más visto! Ah, y por supuesto, en todos sus horarios, el clima ¡es el rey de audiencia! Le atinan con la misma gracia que un borracho el váter, pero cuando les sale bien se sigue casi con religiosidad.
Y como va a empezar por ochentava vez un capítulo de la temporada 6 de House, me voy.
sábado, 31 de julio de 2010
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